Asesinan a dos mujeres y el autor se mata
Conmovidos. Los que conocieron a Elusinda y Virginia visitaron la casa donde murieron ambas y velaron sus cuerpos
La quietud de la comunidad El Rosal, distante más de 50 kilómetros de Pailón, fue rota la tarde del sábado por el asesinato de dos mujeres y el suicidio del supuesto autor de ambos crÃmenes. Las vÃctimas eran familiares polÃticas del hombre, que decidió quitarles la vida, aparentemente, para poner punto final a un enredo amoroso.
Virginia Fernández RamÃrez (65) y Elusinda Amador Fernández (17), madre e hija, respectivamente, fueron las que murieron luego de que Adrián Aguirre Jiménez (34) les disparó con un salón calibre 22, el mismo que utilizó para suicidarse en el patio de la casa de sus vÃctimas, según fuentes oficiales.
Pero la historia que llevó a este trágico final comenzó a escribirse tiempo atrás, cuando el matrimonio de Adrián con otra de las hijas de la señora Virginia se disolvió.
El hombre, a decir de habitantes de El Rosal, era una persona tranquila que trabajaba sembrando arroz y algodón en terrenos que alquilaba junto a otras personas. Vivió en este lugar, creado por la colonización de migrantes del interior, luego de dejar su natal Chuquisaca.
Sin embargo, a escondidas de la señora Virginia inició un romance con la que fue su cuñada, la adolescente de 17 años. Pero la relación fue descubierta por la madre de la ex mujer de Adrián. Ella, con la ayuda de algunos vecinos denunció el hecho a las autoridades de Pailón, que lo conminaron a dejar de ver a la muchacha. Se cree que esto hizo que tome la decisión de cometer los crÃmenes.
Según el informe policial, Adrián fue visto por Pailón la mañana del sábado, dÃa en que ocurrieron las muertes, en su vagoneta Toyota Caldina, azul, con placa de control 1568-RDT.
Los investigadores indicaron que una mujer le pidió ayuda para arreglar el motorizado, pero él se negó y le dijo que debÃa volver a su casa. “Creo que hoy me voy, le encargo a mis hijos”, le habrÃa dicho a esa persona, que hasta ese momento no entendÃa sus palabras.
Cuando estuvo en su casa, dejó el auto y se subió a su motocicleta. Llevaba una mochila, donde se cree tenÃa el rifle. Alrededor de las 16:00 llegó a la casa de Virginia, que estaba lavando ropa a pocos metros de una pileta. Le disparó por la espalda, a quemarropa.
Luego buscó a Elusinda, le amarró las manos en la espalda y la sacó al patio para ejecutarla. En ese momento llegó una hermana de la muchacha, que al ver lo que ocurrÃa intentó evitar el crimen.
Sin embargo, Adrián se dio modos para disparar contra la adolescente. El tiro impactó en la cabeza y para asegurarse de no dejar con vida a Elusinda, le disparó otro tiro a la altura del estómago.
Después, Adrián se disparó un tiro en la boca, que salió por la parte posterior de su cabeza y lo mató.
La muchacha agonizó por varias horas
Los dos impactos del salón calibre 22 con el que Adrián, supuestamente, disparó a Elusinda no la mataron de manera inmediata. “Sólo miraba alrededor y lloraba. No podÃa hablar y de vez en cuando movÃa los brazos”, relató un vecino de la casa donde ocurrieron los crÃmenes, que llegó al lugar cuando los tres cuerpos estaban tirados en el patio.
“Un niño que vive al lado me avisó y vine a ver qué pasaba”, contó el hombre, que luego de desatar las manos de la muchacha la llevó hasta un centro médico. “Estaba viva”, aseguró este viviente de El Rosal.
El cuerpo fue llevado al hospital de Pailón, donde falleció alrededor de las 23:00, ya que perdió mucha sangre por las heridas que recibió.
Virginia Fernández RamÃrez (65) y Elusinda Amador Fernández (17), madre e hija, respectivamente, fueron las que murieron luego de que Adrián Aguirre Jiménez (34) les disparó con un salón calibre 22, el mismo que utilizó para suicidarse en el patio de la casa de sus vÃctimas, según fuentes oficiales.
Pero la historia que llevó a este trágico final comenzó a escribirse tiempo atrás, cuando el matrimonio de Adrián con otra de las hijas de la señora Virginia se disolvió.
El hombre, a decir de habitantes de El Rosal, era una persona tranquila que trabajaba sembrando arroz y algodón en terrenos que alquilaba junto a otras personas. Vivió en este lugar, creado por la colonización de migrantes del interior, luego de dejar su natal Chuquisaca.
Sin embargo, a escondidas de la señora Virginia inició un romance con la que fue su cuñada, la adolescente de 17 años. Pero la relación fue descubierta por la madre de la ex mujer de Adrián. Ella, con la ayuda de algunos vecinos denunció el hecho a las autoridades de Pailón, que lo conminaron a dejar de ver a la muchacha. Se cree que esto hizo que tome la decisión de cometer los crÃmenes.
Según el informe policial, Adrián fue visto por Pailón la mañana del sábado, dÃa en que ocurrieron las muertes, en su vagoneta Toyota Caldina, azul, con placa de control 1568-RDT.
Los investigadores indicaron que una mujer le pidió ayuda para arreglar el motorizado, pero él se negó y le dijo que debÃa volver a su casa. “Creo que hoy me voy, le encargo a mis hijos”, le habrÃa dicho a esa persona, que hasta ese momento no entendÃa sus palabras.
Cuando estuvo en su casa, dejó el auto y se subió a su motocicleta. Llevaba una mochila, donde se cree tenÃa el rifle. Alrededor de las 16:00 llegó a la casa de Virginia, que estaba lavando ropa a pocos metros de una pileta. Le disparó por la espalda, a quemarropa.
Luego buscó a Elusinda, le amarró las manos en la espalda y la sacó al patio para ejecutarla. En ese momento llegó una hermana de la muchacha, que al ver lo que ocurrÃa intentó evitar el crimen.
Sin embargo, Adrián se dio modos para disparar contra la adolescente. El tiro impactó en la cabeza y para asegurarse de no dejar con vida a Elusinda, le disparó otro tiro a la altura del estómago.
Después, Adrián se disparó un tiro en la boca, que salió por la parte posterior de su cabeza y lo mató.
La muchacha agonizó por varias horas
Los dos impactos del salón calibre 22 con el que Adrián, supuestamente, disparó a Elusinda no la mataron de manera inmediata. “Sólo miraba alrededor y lloraba. No podÃa hablar y de vez en cuando movÃa los brazos”, relató un vecino de la casa donde ocurrieron los crÃmenes, que llegó al lugar cuando los tres cuerpos estaban tirados en el patio.
“Un niño que vive al lado me avisó y vine a ver qué pasaba”, contó el hombre, que luego de desatar las manos de la muchacha la llevó hasta un centro médico. “Estaba viva”, aseguró este viviente de El Rosal.
El cuerpo fue llevado al hospital de Pailón, donde falleció alrededor de las 23:00, ya que perdió mucha sangre por las heridas que recibió.
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