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Un colombiano soportó un cuchillo en su cabeza durante 12 horas

Jader Antes de la operacion

La radiografía que muestra la penetración del arma en el rostro dela víctima

Jader después de la intervención quirurgica en la que le extrajeron el cuchillo del cráneo

Desde el Hospital Universitario de Neiva habla el joven que durante 12 horas soportó un cuchillo clavado en su rostro. Su historia es un milagro de Dios. Mientras tanto, el profesor Libardo Paredes Bonilla, lucha por no perder su ojo luego que uno de sus alumnos le lanzara una pepa de almendrón.

Está en recuperación, no se extiende al hablar y recibe a LA NACIÓN a un lado de la Sala de Cirugía del Hospital Universitario de Neiva, donde hace tres días le extrajeron de su cabeza un cuchillo de 12 centímetros de largo que un desconocido le clavó.

Jader Torres Motta, 24 años y recolector de café, no perderá la visión. El lunes pasado cuando los médicos decidieron quitarle la venda de su ojo izquierdo por un instante, observó con nubosidad el rostro del médico especialista que lo atiende. De inmediato sintió alegría y agradeció a Dios porque su historia era un milagro.

El sábado pasado en horas de la madrugada, justo cuando pretendía descansar de un bazar en San Ciro, vereda de Oporapa, en el sur del Huila, un extraño se le lanzó encima y lo empujó.

Al reclamarle, el hombre identificado como Mauricio Alvis Martínez (según la familia), volvió atacarlo pero en esta oportunidad con un cuchillo de 12 centímetros de largo por cuatro de ancho. El arma blanca fue clavada sobre la cavidad que protege su ojo izquierdo y penetró la mitad del cráneo.

En el bazar las escenas fueron espeluznantes. Los corridos prohibidos se apagaron, la cantina se cerró y todos corrían de un lado a otro sin auxiliar a Jader Torres, quien debió subirse en una motocicleta y huir del sitio con el cuchillo sobre su cabeza porque Mauricio Alvis lo perseguía con piedras para terminar de atacarlo.

“Cuando me toqué la cara yo sentí un cuchillo clavado y dije ¿Dios mío, qué es esto? Pues era un cuchillo, me tocó subirme en una moto con la brisa y todo. Me estaba desangrando”, narra Jader, quien no para de agradecer a los médicos del Hospital de Neiva.

Atención médica

En el puesto de salud de Oporapa, primer sitio a donde fue conducido, los médicos y enfermeras se asustaron por lo sucedido y optaron por trasladarlo de urgencia al Hospital de Neiva porque la víctima buscaba sacarse el cuchillo a la fuerza, algo imposible en el momento y que pudo acabar con su vida de inmediato.

“Yo le pedía mucho a mi Dios que no me fuera a dejar ir, que me diera una nueva oportunidad para vivir; soy muy joven y tengo mucho futuro por delante. Tanta sería mi fe que estoy saliendo de semejante problema tan tenaz. A mí me dijo el médico que pude haber perdido mi vista o lesionado el cerebro”, expresó Torres.

Y repite que no conoce a Alvis Martínez, el hombre que lo agredió, menos ha tenido problemas con él. “Llegó y empezó a ‘montármela’, le pregunté qué le pasaba y por qué me empujaba, y se me vino encima como una fiera. Pienso que estaba llevado por el licor”, dice.

Ya en el Hospital de Neiva, especialistas en neurocirugía se la jugaron para salvar la vida de Jader. En realidad porque era un caso más complicado de lo que se podría imaginar.

La gravedad

Lo más grave era extraer el cuchillo que traspasó la mitad del cráneo. Su retiro podría desencadenar una hemorragia severa que pudiera acabar con su vida en la sala de cirugía. El otro problema era que la víctima terminara sin su ojo izquierdo y, para rematar, con lesiones en su cerebro que podrían dejarlo hasta inválido.

Andrés Rubiano, neurocirujano de la Universidad del Bosque, quien practicó la cirugía, habló con LA NACIÓN y confirmó que la intervención quirúrgica tardó dos horas.

El principal temor, según él, era que el cuchillo hubiera penetrado el cerebro y afectado arterias y venas que comprometieran la vida del joven de manera inmediata.

“Lo pasamos a una tomografía cerebral para ver cómo estaba el tejido cerebral y miramos que no se comprometían estructuras importantes a nivel cerebral. Lo valoramos con Andrés Liévano, oftalmólogo de turno en el momento, y decidimos intervenirlo quirúrgicamente para extraer el cuchillo que entró por la parte lateral de la órbita (cavidad donde están el ojo y el nervio óptico) y se alojó en la parte anterior de la fosa media del cráneo”.

El procedimiento no era sencillo porque, según él, al extraer la hoja del cuchillo se podía producir sangrado severo y el paciente hubiera podido fallecer.

“Esto se lo explicó a la persona, a su familia, y había que correr todos los riesgos y hacer el procedimiento lo más pronto posible”, dice Rubiano, quien finalmente practicó una craneotomía.

Consecuencias

Lo que está claro por ahora es que Jader puede sufrir por ahora de infecciones, según el médico. Más adelante podrían afectarlo dolores de cabeza y problemas vasculares.

Jader Torres Motta busca recuperarse y regresar a Oporapa. Las autoridades buscan como aguja al agresor, para que ajuste cuentas con la justicia.

Otro caso

Por su parte, el docente de Literatura, Libardo Paredes Bonilla, lucha por no perder su ojo luego de que un estudiante del Colegio Departamental Femenino de Neiva, donde labora, le lanzara accidentalmente una pepa de almendrón en su ojo el jueves pasado.

De inmediato perdió la visión por su ojo derecho y hoy seis días después tuvo que irse para Bogotá porque en Neiva le dijeron que su ojo había estallado y no volvería a ver. Sin embargo, en la Clínica Marly, tiene esperanzas.

Desde el día del accidente, buscó ayuda médica pero fue casi imposible. En Neiva el oftalmólogo de urgencias de Emcosalud estaba en cirugía, no había retinólogos y aunque debieron internarlo de inmediato, jamás lo hicieron.

Ayer en diálogo con LA NACIÓN, el maestro manifestó que aún no le hacen nada en su ojo y que apenas le practican exámenes. Aún tiene esperanzas “al menos de no perder toda la visión por mi ojo”, como dice telefónicamente.

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