Apresan a un acusado de tráfico de personas - El Policial Bolivia
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Apresan a un acusado de tráfico de personas

El sujeto que está de espaldas fue identificado por Quispe (derecha); luego fue arrestado por el fiscal Bravo

Un funcionario de la flota Río Paraguay SRL, cuya oficina está en la terminal Bimodal de la capital cruceña, fue aprehendido por la Felcc y la Fiscalía al caer la tarde de ayer bajo sospecha de ser miembro de una mafia internacional de traficantes de seres humanos con fines de esclavitud laboral en Brasil, descubierta a raíz de una denuncia del boliviano Rafael Quispe Paco (28) que logró huir de sus opresores en el vecino país.

El sindicado, al parecer paraguayo, fue reconocido por Quispe como el que le dio los boletos por cobrar para el viaje a San Pablo, después de que otro integrante de la red delictiva lo embaucó con el cuento de que en Brasil iba a ganar un sueldo de $us 500 mensuales por calarse un disfraz de muñeco y ser la mascota de una empresa productora de utensilios plásticos.

El presunto traficante negó estar implicado en el delito y se mostró llano a ser investigado, pero el fiscal Joadel Bravo presume que tiene participación en el hecho, puesto que después de darle los pasajes a Quispe, lo envió a un garaje clandestino desde el cual lo recogió el bus de la flota Río Paraguay.

Con la aprehensión del funcionario, Bravo cree haber hallado la punta del ovillo para desarticular la red de trata de personas con fines de explotación laboral que vendió a Quispe y a su esposa a propietarios de un taller de costura en San Pablo.

El fiscal indicó que tiene direcciones de los inmuebles y nombres de los implicados en Brasil y Paraguay; por lo tanto, dijo que solicitará a la Policía de esas naciones la intervención en tales lugares.

El vía crucis de esta pareja empezó en febrero, tras llegar a Ciudad del Este (Paraguay), donde la metieron en un garaje clandestino en el que había otros bolivianos; ahí les comunicaron que fueron vendidos en $us 300. A los 20 días los llevaron a San Pablo y los encerraron en un taller ubicado en el barrio Da Peña, donde los obligaron a costurar 500 prendas por día, sin derecho a salario.

Quispe declaró que estuvieron tres meses con otros bolivianos que trabajaban hasta 18 horas al día. Escaparon en la madrugada tras estudiar los movimientos de los guardias armados que los vigilaban, pero fueron recapturados. Curiosamente, la dueña de la factoría de ropa los dejó ir. Las víctimas retornaron al país, a fines de junio, con la ayuda del consulado boliviano y de una aerolínea.

“A los bolivianos les recomiendo que no se vayan del país; es mejor comer arroz con huevo todos los días que sufrir lo que nosotros sufrimos”, señaló Quispe, que espera que rescaten a los compatriotas aún cautivos.

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